Azertia amplía su gama de servicios para alcanzar la madurez en los procesos de software. Bajo las pautas del estándar Capability Maturity Model (CMM)

A mediados de la década de los años 80 surge un nuevo concepto bajo las siglas CMM, Capability Maturity Model-Modelo de Madurez de Capacidad, ante la urgente necesidad por mejorar todo lo que existía alrededor del desarrollo de la ingeniería de sistemas y tecnología de la información “donde se percibe una escasa calidad en el diseño de ingeniería de software”.

Creado en un principio por el Instituto de Ingeniería de Software de Estados Unidos (SEI) para evaluar y mejorar la capacidad de los compradores de software del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, el modelo CMM establece, por tanto, unas pautas a seguir en el desarrollo de un sistema de información. Bajo esta perspectiva, Azertia ha apostado por ofrecer a sus clientes una línea de servicios de consultoría de Tecnologías de la Información basada en la solución del modelo CMM.
Nadie duda de que el software se ha constituido en la piedra angular sobre la cual se apoyan la gran mayoría de los nuevos modelos de empresa. A pesar de ese don de ubicuidad del software, la complejidad de los problemas que deben ser abordados por soluciones de software está creciendo más rápido que la habilidad del hombre para desarrollarlo y mantenerlo bajo unos parámetros exigentes de calidad. Esta situación codujo al Instituto de Ingeniería de Software de los Estados Unidos (SEI) a desarrollar el modelo CMM (Capability Maturity Model) para conocer el grado de madurez en los procesos de desarrollo de software.
El objetivo del modelo, explica Marta D’Amore, directora de ExcelenTIa de Azertia, “no es sólo analizar y cuantificar el estado de los procesos/actividades, sino plantear el plan de acciones de mejora más rentable. Tener en cuenta en todo momento, las características particulares de cada cliente/organización y aportarles la mejor adaptación y puesta en práctica del modelo”. Las compañías que utilizan el mismo tienen como denominador común un grado de insatisfacción con su proceso actual de desarrollo y mantenimiento de software. Entre los beneficios que ofrece este estándar a la organización, explica Marta D’Amore, se encuentran una mejora en la comunicación clientes y usuarios, y en la predictibilidad de la organización en la ejecución de sus proyectos, y su consistencia entre las diferentes actividades.

Alcanzar la madurez
A la hora de aplicar el CMM se debe tener en cuenta una serie de aspectos sobre la organización como son el tamaño de la organización, su nivel cultural y las tecnologías que emplea.
El modelo de Madurez de Capacidad está compuesto de 316 prácticas claves agrupadas en 18 áreas y distribuidas en una jerarquía de cinco niveles, a través de las cuales una organización progresivamente alcanza mayor calidad, productividad y menores costos en el desarrollo de software. Los grados de madurez van desde el 1, que representa el estado caótico, hasta el nivel 5, que representa el estado de optimización continua. En el caso de una empresa de software, una organización en nivel 1, en el cual se encuentra gran parte de los grupos de desarrollo en el mundo, produce software utilizando una aproximación de tanteo o error. Por su parte, una organización en nivel 5 utiliza las mejores prácticas de ingeniería de software disponibles, hace uso de procesos controlados y medibles. Resulta obvio, afirma Marta D’Amore, “que cuanto más alto sea el nivel de madurez, mayores son las facilidades para predecir los acontecimientos y facilitar los cambios de requisitos y entornos tecnológicos”.
Por su parte, el promedio de tiempo que una organización debe experimentar para avanzar entre los niveles de madurez, el Instituto de Ingeniería de Software de los Estados Unidos (SEI) es estimado por la siguiente forma: de nivel 1 a nivel 2 unos 23 meses; de nivel 2 a nivel 3 cerca de 22 meses; de nivel 3 a nivel 4, 28 meses; de nivel 4 a nivel 5, 17 meses.

Obligación a certificarse
Las presiones internacionales motivadas por una exigencia cada vez mayor de un software de garantía están generando la obligación de certificarse. Las empresas desarrolladoras de software deben considerar la inversión en calidad como su avalista de supervivencia. Un claro ejemplo lo representa países como la India. La mayoría de sus compañías están en los niveles 4 y 5 y desarrollan software a distancia a costes altamente competitivos, prueba de ello es que más del 50% de su producción lo compra Estados Unidos.
La principal entidad certificadora para todo el mundo es el propio Instituto de Ingeniería de Software. En Europa, el ESI (Instituto Europeo del Software) ha alcanzado el reconocimiento por parte del SEI para la emisión de las certificaciones, lo que deja un puerta abierta para que compañías como Azertia o Ibermática, en lo que se refiere al mercado español, se hagan cargo de una labor de consultoría en aquellas empresas que deseen operar bajo los parámetros establecidos en el CMM.

Complemento con la ISO
Lo que en un primer momento pudiera crear un escenario de confusión de estándares entre las compañías a la hora de decantarse por ISO 9001 o CMM parece no ser así. Para Marta D’Amore “la relación entre ambos estándares es más de complementariedad que de confrontación. CMM reúne unas pautas específicas referidas al desarrollo del software que no aparecen en ISO, por lo que le hace ser un arma muy poderosa de comparación o benchmarking con respecto al sector. Mientras que ISO 9001 proporciona una auditoria de organización global y de proceso empresarial”.
Según los estudios realizados por el SEI una organización que se encuentre en un nivel de madurez 3 podría obtener sin problemas la certificación ISO 9001. Pero una organización que posea una certificación ISO 9001 podría quedar ubicada en un nivel de madurez 2 o 3, dependiendo del caso.
Por otra parte, uno de los mitos que rodean al CMM es que debido a su alto grado de exigencia sólo está al alcance de grandes empresas. En este sentido, Marta D’Amore afirma que en nuestro país el promedio de empresas certificadas se sitúan no sólo en la gran corporación sino que se extiende a la mediana empresa. Según estadísticas oficiales ofrecidas por el SEI, casi el 50% de las empresas certificadas en CMM tienen menos de 100 empleados.
Entre los segmentos de mercado que en mayor medida solicitan las certificaciones de nivel 2 y 3 de CMM se encuentran, según explica Marta D’Amore, “las empresas de servicios informáticos, entidades bancarias, utilities y en menor medida la administración pública. A pesar del interés de este grupo de sectores, todavía el mercado de estandarización de CMM en nuestro país esta muy inmaduro”. Las previsiones de su gran apogeo, según los analistas, se sitúan a finales de 2004, principalmente impulsado por la situación de búsqueda de ahorro de costes de las empresas sin que ello suponga reducir su volumen del negocio.
Asimismo, desde Azertia, explica Marta D’Amore, “se está avanzando y aportando una consultoría pionera en nuestro país complementando el modelo CMM con SIX-SIGMA, herramienta de reconocido valor por sus resultados en otros sectores productivos y que aporta al estándar CMM una serie de pautas estadísticas para facilitar la predicción de sus análisis de Tecnologías de la

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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