ASTIC y los políticos

Se acaban de producir dos hechos de singular calado en los que ambos protagonistas -ASTIC (Asociación Profesional del Cuerpo Superior de Sistemas y Tecnologías de la Información), y Borja Adsuara, Director General para el Desarrollo de la Sociedad de la Información, del Ministerio de Ciencia y Tecnología- se han referenciado mutuamente intentando evidenciar sus propias convicciones. ASTIC, recurriendo el nombramiento de Adsuara para el puesto que ocupa por entender que, al no ser funcionario, carece de ciertas condiciones exigibles, además de estar dolidos con el comportamiento de los altos mandatarios del partido gobernante, al haber demostrado, según ellos, el gran desconocimiento que tienen del colectivo de profesionales TIC de la Administración, de dónde, de acuerdo con la visión de ASTIC, debería haber salido el candidato para ocupar la nueva Dirección General. Esta actitud ha justificado que ASTIC presentara el recurso ante el Tribunal Supremo. Por su parte, Adsuara no ha estado afortunado en declaraciones efectuadas con motivo de su intervención en los Cursos de Verano que la Universidad Complutense organiza en El Escorial donde, entre otras cosas, dijo que “La Sociedad de la Información ha dejado de ser el corralito de los ingenieros de telecomunicaciones y de los informáticos”. Añadiendo que el recurso de ASTIC, “ fruto de una excesiva sensibilidad”, no tiene posibilidades de prosperar.
Del problema suscitado en los miembros de ASTIC por el nombramiento de Adsuara no tiene éste que sentirse molesto, porque la responsabilidad recae exclusivamente en quienes le nombraron. Lo que sí debe tener en cuenta Borja Adsuara, como político, es que le puede convenir moderar sus declaraciones, aplacando sus impulsos cuando tenga que referirse a un colectivo de profesionales TIC en la Administración General del Estado (AGE) que, si por algo muy especial se viene caracterizando, es por su excelente trabajo, desarrollado con seriedad, abnegación, y elocuente disciplina. Su grado de profesionalidad y estimulado silencio, les ha apartado de todo intervencionismo con fuerte matiz discrepante o conflictivo. Quizás, por ello, algunos malos políticos interpreten éstos comportamientos como signo de debilidad y se atreven a no prestar la atención que merecen estos profesionales TIC y, lo que es peor, se permiten marginarlos y desconsiderarlos con medidas inoportunas y decisiones absolutamente incorrectas para el mejor funcionamiento de la AGE.
Con talante de comprensión, y actitud dialogante, los profesionales TIC de la AGE saldrían beneficiados... ¡Pero los políticos mucho más!