Adictos a Internet, ¿moda o problema real?
Aunque la cantidad de personas que está siendo tratada es muy reducida -posiblemente no más de algunos centenares- muchos profesionales en salud mental consideran que el problema no es una cuestión pasajera y merece una vigilancia estrecha al convertirse el mundo en un lugar cada vez más “conectado”. Por otra parte, casi nadie culpa a la Internet misma de que la gente dependa excesivamente de ella, y algunos especialistas en terapia profesional reconocen que la adicción a la Internet no comporta nada parecido al poder destructivo de las drogas o del alcohol. A pesar de ello, todos coinciden en que algo está sucediendo.
“Para que exista una adicción deberán estar presentes tres componentes: mayor tolerancia, pérdida de control y retraimiento, afirma Steven Ranney, coordinador de formación e investigaciones en el Illinois Institute for Adiction Recovery del Proctor Hospital. Algunos especialistas en terapia profesional consideran la utilización obsesiva de la Red como un síntoma de problemas más profundos, e intentan someter a tratamiento a esos usuarios. En el hospital Ranney, en Illinois, se predica la conveniencia de abstenerse de la Internet.
Primeros estudios
Uno de los informes más difundido, relacionado con este tema, fue publicado en 1996 por Kimberly Young, una psicóloga de la Universidad de Pittsburgh que estudió a 396 usuarios que afirmaban sufrir dependencia de la Internet y 100 usuarios sin dependencia. En el estudio de Young, los usuarios con dependencia empleaban un promedio de 38,5 horas por semana conectados a la Red, mientras que los usuarios sin dependencia empleaban menos de cinco. Aunque reconociendo que el estudio presentaba “limitaciones importantes”, Young comprobó también que un 95% o más de los usuarios con dependencia afirmaban estar sufriendo de incapacidad moderada o grave en sus actividades académicas, interpersonales o financieras, mientras que otro 85% afirmaban sufrir pérdida de capacidad en el trabajo. En contraste, ninguno de los usuarios sin dependencia informó de ninguna pérdida de capacidad, como no fuera la pérdida de tiempo.
Young, que ha publicado recientemente un libro bajo el título “Caught in the net: how to recognize the signs of Internet adiction and a winning strategy for recovery”, ha creado un sitio Web de consultoría sobre adicción a la Internet. Además, aconseja a las personas a través de la red “una práctica que está resultando efectiva”, según Young, a pesar de la indudable ironía que supone. El tratamiento puede variar. A algunos usuarios se les aconseja simplemente sobre cómo mejorar la forma en que administran el tiempo y se auto-disciplinan.
Problemas similares se observaron en un estudio realizado en 1997 entre 531 estudiantes de la Universidad de Texas por la psicóloga Kathy Scherer. En este caso, un 98% de los usuarios con dependencia de la Red afirmaron que permanecían conectados durante más tiempo del que deseaban hacerlo. Más de una tercera parte informó de problemas en sus responsabilidades sociales, académicas y laborales, lo cual atribuyeron a una utilización excesiva de la Red. Y casi la mitad dijeron que habían intentado reducir el tiempo de conexión a la Red sin conseguirlo. “Resulta obvio que para algunas personas es un verdadero problema”, dice Scherer, en particular en los niveles de educación altos, en los que las conexiones a la Internet están resultando imprescindibles.
El lugar del trabajo no es inmune tampoco a esos problemas. Son cada vez más los supervisores que se ven obligados a disciplinar e incluso a despedir a empleados que invierten demasiado tiempo en explorar sitios Web pornográficos o no relacionados con el trabajo, aunque en muchos casos los empleados ni siquiera reconocen el problema.
A tiro de botón
Por último, un estudio reciente de 169 usuarios Internet no obsesivos, realizada por la Carnegie Mellon University en Pittsburgh durante un periodo de dos años, indica que “el aumento en la utilización de Internet está asociado a disminuciones en el grado de comunicación de los participantes con miembros de su familia, a disminuciones en la amplitud de su círculo social, y a un aumento en sus sensaciones de depresión y soledad”. Este estudio ejerció un impacto importante sobre los medios -apareció en la primera página del New York Times- en parte porque sus autores y patrocinadores, entre los que muchos de estos últimos son vendedores de Tecnología de la Información, esperaban el resultado opuesto: un mundo nuevo y audaz, caracterizado por unas interacciones sociales más amplias. Sin embargo, la realidad es más compleja. “Las personas que se conectan a la red permanecen seguras, porque pueden pulsar un botón y liberarse de cualquier visitante no deseado”, concluye el estudio.