La Sociedad de la Información en España y en Europa

El concepto Sociedad de la Información, además de que siempre ha sido un tanto elusivo y con fronteras difusas, se está ampliando. La progresiva y acelerada digitalización de numerosas actividades relacionadas con la información, la cultura y el entretenimiento, apoyada en las Tecnologías de la Información, en las redes de comunicaciones (Internet, telefonía móvil...) y en la economía basada en lo digital, está provocando una expansión acelerada, una especie de big bang, de la Sociedad de la Información, tanto en su realidad como en su definición.
A los que tenemos como misión medirla, estimar su grado de avance, evaluar sus potenciales desequilibrios, proponer medidas que la desarrollen, etc., nos encontramos con tres dificultades. Por un lado, siempre hay un tiempo de retardo entre el periodo cuyos datos se ha estudiado y el momento de dar dichos datos. Al igual que los astrónomos no ven las estrellas como son sino como fueron, dado el tiempo que su luz tarda en llegarnos, las estadísticas que se publican hablan más de lo que fue que de los que es. Por otro lado, nuestras herramientas de medida van siempre por detrás del universo a medir. Los indicadores que utilizamos deben ser permanentemente actualizados para que puedan explorar nuevos segmentos de lo que entendemos por Sociedad de la Información. Por ejemplo, la telefonía móvil aún no es incluida en ciertas estadísticas. Finalmente, a lo anterior se une la carencia de un marco unificado de técnicas de medición: definición de indicadores, universo a examinar, periodicidad, fiabilidad de la muestra, ámbito geográfico, metodología de análisis, etc., que puede inducir fuerte confusión y, desde luego, dificulta mucho integrar o comparar los datos.
Aunque estamos en camino de mejorar de forma importante el tercer problema, la disparidad de criterios de medición, el segundo problema, la expansión del concepto Sociedad de la Información es, en mi opinión, por fortuna, irresoluble. Por ello, aunque ganemos en exactitud de los datos aportados, siempre nos faltarán datos por aportar.
Todo lo anterior viene a cuento de las discusiones que se suscitan, y las conclusiones que se proponen, cuando examinamos el estado de la Sociedad de la Información en España y lo comparamos con otros contextos, sobre todo el de la Unión Europea (UE). Los últimos datos de 2006 de población, PIB y gasto TIC (estos últimos estimados) de la Unión Europea de los 25 (que no incluyen a Malta ni a Chipre, y agrupan Bélgica y Luxemburgo, por no haber datos separados de gasto en TIC) muestran que la relación entre el porcentaje de población, PIB y gasto TIC difiere bastante entre unos países y otros. En Alemania, Austria, Dinamarca, Finlandia, Holanda, el Reino Unido o Suecia, el gasto TIC respecto al total de la UE supera en porcentaje al PIB, y éste al de población.
En otros países, tales como Bélgica y Luxemburgo o Irlanda, el porcentaje de gasto TIC no supera al del PIB, pero éste sí supera al de población. En el resto de países, el porcentaje de población supera al del PIB, y éste al de gasto en TIC, y hay gran campo para mejorar.
El caso de España es digno de estudio. El rápido y persistente crecimiento de su PIB, hace que el porcentaje de éste esté a menos de un punto del de población, y eso indica una tendencia muy correcta y esperanzadora: con algo más de 22.300 euros por habitante pronto alcanzaremos el PIB/habitante promedio de la UE, previsto en algo más de 24.500 euros. Ya estamos a más del 90%.
En cuanto al gasto TIC, la situación cambia, aunque no dramáticamente. La prospección del Observatorio europeo EITO da para 2006 un gasto total en TIC para la UE de los 23 (excluidos Malta y Chipre por falta de datos) de más de 643.000 millones de euros, mientras que calcula un gasto en TIC para España de cerca de 43.000 millones, menor que nuestros cálculos, pero no demasiado. Eso implica un gasto TIC por europeo de casi 1.390 euros, mientras que el gasto por español será de unos 980 euros, sobre el 70%, quizá algunos puntos más, según nuestros cálculos.
La conclusión más inmediata es muy simple: debemos incrementar el gasto TIC por habitante al menos en la misma proporción que aumente nuestro PIB sólo para conservar la situación actual en la carrera. Esto, e incluso algo más, se está haciendo pese al rápido incremento del PIB, pero si queremos acortar distancias, tenemos que correr más, mucho más. Esto es lo que dice (y hace) el Plan Avanza, con incrementos presupuestarios anuales entre el 25 y el 30%. Pero todos los demás agentes, públicos y privados, han de remar en la misma dirección.


D. Laborda es director del Observatorio de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información de Red.es.

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

ny2 ACTUALIDAD

ny2 Sociedad de la información

Día de la Movilidad y el BYOD Coffee Break