Músicos

Unos tan dulces sones

La más abstracta e intangible de todas las artes. La que nace, se desarrolla y muere en cada acto. La que está en esencia siempre y sólo es en el instante. Quizá la primera en el tiempo, porque debió nacer con la palabra huidiza, antes que las otras, pero perdida para siempre en el éter. Consuelo de solitarios y fundamental en los ritos de cohesión de masas. Facetas todas ellas que se intuyen en Internet, que en su virtualidad crece exponencialmente, gracias a esta nueva veta comercial abierta para la música, en la que hay oro pero también ganga.

Si este artículo se hubiera escrito al principio de la serie Profesionales en la Red, es posible que hubiéramos encontrado información, pero pocos usuarios experimentados. Hoy, más de dos años después, la presencia de músicos partidarios del uso de Internet es más que significativa, aunque sólo sea porque la Red ha venido a llenar el vacío de información que desde antiguo afecta a la música española. Aquí no se editan libros, se traducen pocos y tarde, la carencia de manuales pedagógicos es histórica, la edición de partituras no va con nosotros, y los musicólogos se las ven y se las desean para investigar en archivos que, a pesar de su riqueza indiscutible, son pasto de la desidia histórica que para con este arte han tenido y tienen los responsables del cuidado y puesta en valor de esa riqueza. Y todo esto, para colmo, en un país que entre sus tópicos más recurrentes y manidos tiene precisamente la música.
Es de justicia destacar, a pesar de lo dicho, la iniciativa de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) (www.sgae.es), que ha iniciado —todavía experimentalmente— la publicación en línea de un limitado catálogo de compositores españoles contemporáneos, así como el repertorio de la Unión Musical Española, de utilidad para investigadores y músicos. Por ahora, sólo se encuentra en la Red la descripción de las obras repertoriadas; quizás no esté lejana la posibilidad necesaria de consultar las propias obras en la Red.
Pero como la música es música porque suena, pongámonos estupendos y empecemos por el final. Tantos esfuerzos para conseguir el sonido platónico para que ahora llegue el MP3 y venga a esperar y a especular con sus posibilidades. Se oye mucha música por Internet, aunque su escucha adolece de la calidad que los oídos de los profesionales exigen, acostumbrados a soportes que reproducen con fidelidad los matices y que defienden por encima de todo la música en vivo.
Por ejemplo, Jesús Gabaldón (jesus.gabaldon@teleline.es): formado en la guitarra clásica, hoy su especialidad es el bajo eléctrico, en el que se inició muy pronto gracias a su afición por el jazz. Sobre la música en Internet opina que tiene el valor de facilitar algunos trabajos. “Hace poco grabé un disco que se mezcló en Los Angeles y estuve escuchando el resultado a través de Internet, casi en tiempo real. La calidad del sonido pierde porque hay que comprimirlo. Actualmente el sistema de compresión que más rápido funciona es el MP3, con el que se pierden frecuencias que quizá no sean apreciables para la mayoría pero que sí lo son para un músico. No obstante, nos da la oportunidad de que, aunque pierda un poco, podemos, como en mí caso, saber si las mezclas funcionan o ir corrigiendo sobre la marcha. Me ha evitado muchos problemas y molestias. No nos queda más remedio que adaptarnos a la tecnología. De momento tenemos que adoptar el MP3, porque las líneas son muy lentas y porque seguimos teniendo módems de 33. Cuando las líneas sean más rápidas, que ya lo son, y los sistemas de compresión sean distintos, habrá una mejora de la calidad” Gabriel Castellano (gabrielc@users.dragonet.es). concertista del Trío Contemporáneo y profesor de flauta travesera, no se considera un experto en tecnología, aunque tiene claro que el cuello de botella del sonido en Internet se encuentra en esos ordenadores que se venden con altavoces que dicen tener 150 vatios y que cuestan 2.000 pesetas. “Cuando yo escucho música a través de Internet lo hago con unos monitores de estudio, conectados a un amplificador profesional, por eso no tengo problemas. Más que el sonido, lo que me gustaría es que hubiera bases de datos musicales, aunque fueran de pago. Eso es lo importante: información, información e infor- mación. Lo demás es ponerse delante de un piano a tocar, o ir a un concierto. Cuando se escucha un violín o una guitarra eléctrica en directo, no hay nada que sustituya lo que representa o lo que se siente. Más allá de toda comparación con lo que se escucha a través de medios digitales o electrónicos”.
José María Gallardo del Rey (gdelrey@ole.com). director del grupo musical La Maestranza (www.gallardodelrey.com/lam.htm) es el más desencantado con los sistemas al uso en Internet que reproducen el sonido. “Me interesa muy poco la música que se oye por Internet, porque después de estar años buscando sistemas que reproduzcan el sonido acústico, y a la vista de los resultados, no me interesa lo que se oye en la web. Incluso en los de mejor calidad, la música no deja de sonar a enlatado. Tienes que tener en tu casa una conexión a tu equipo de música y pasarlo por sus altavoces, y aun así sigue siendo un sonido muy metálico. No es una gran referencia

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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