Tiempo de rumores

Con el caldo de cultivo de una crisis que inexorablemente está conduciendo a la temida recesión, los rumores de todo tipo relacionados con temas económicos proliferan con insistencia en nuestro mercado. Una de las baterías de situaciones indeseables para los proveedores tiene como protagonista a la Administración Pública, al atribuirla la puesta en práctica de una serie de medidas tendentes a frenar en seco el capítulo de contrataciones. En ese auténtico totum revolutum para cercenar contratos, desfila una amplia casuística de situaciones por las que no solamente se verían afectadas próximas o futuras adquisiciones, sino que el repertorio de restricciones sería tan amplio que afectaría incluso a los contratos en fases de evaluación o de adjudicación.
Se comprende que, dentro del lógico temor de los proveedores de ver reducidas sus facturaciones, éstos miren a la Administración Pública como recurso salvador a su recorte de ventas en otros sectores. Y en ese comprensible impulso por conseguir en el sector público una parte paliativa de lo que dejan de ingresar desde el sector privado estimen que puede resultar rentable denunciar decisiones de estrangulamiento de contrataciones, que dan por consensuadas y aprobadas desde las más altas instancias del Ministerio de Economía y Hacienda. El supuesto fin sería llamar la atención dentro del Ejecutivo sobre decisiones inconcebibles que tanto dañarían los intereses de los proveedores y, consiguientemente, de sus trabajadores. Sin embargo, por lo que respecta a las contrataciones que afectan a nuestro sector –siempre referidas al ámbito de la Administración Pública– no se aprecian ni drásticas cancelaciones de contratos, ni requisamientos de presupuestos disponibles, ni prohibiciones de contratar por encima de una determinada cantidad, ni intenciones de agarrarse a supuestos delirantes, para declarar desiertos los concursos pendientes de adjudicación. Puede darse algún caso aislado sobre gestión de recursos presupuestarios donde los pasos dados para realizar una adjudicación de contrato no se signifiquen precisamente por su ortodoxia, pero, desgraciadamente, este tipo de comportamientos, incluso en épocas de economía boyante, parecen inevitables. Si un rumor se convierte en noticia desagradable para los proveedores de nuestro sector, entonces sí habrá llegado el momento de movilizar recursos y habilitar estrategia para intentar neutralizar el posible disparate.

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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