Negociación colectiva en Eritel

En Eritel, empresa y trabajadores se encuentran en plena negociación del convenio colectivo y, en base a la información de la que disponemos, no parece que las posturas se estén acercando a un punto de convergencia. Normalmente, en todo pulso de estas características la relación de reivindicaciones es larga por parte de los sindicatos y considerablemente más corta la de contraprestaciones exigida por la empresa. En este caso, al parecer, se han invertido los papeles y es la empresa quien presenta la lista de exigencias más prolija, basada en criterios de rentabilidad. Este concepto figura en la común obsesión de quienes tienen la responsabilidad de dirigir, porque las desviaciones en torno a él, además de fracaso personal, llevan incorporado el riesgo de desaparición de las empresas, si son nacionales, o el de abandono de las filiales en nuestro país, si se trata de multinacionales.

Las recetas empleadas para paliar situaciones adversas son salvavidas a las que ningún alto directivo implicado puede renunciar. El bien general se antepone al particular. Los ejemplos de austeridad en las compañías de nuestro sector abarcan una diversificada gama de medidas tendentes a reflotar la nave, retomar el pulso competitivo, o bien, instalarse en la confortable monotonía que proporcionan los resultados con números negros. Por mucho que sea el tacto y la suavidad con que se empleen las fórmulas revulsivas para pasar a uno de esos estadios, los efectos pueden llegar a ser hasta bruscos y traumatizantes para quienes son atenazados como víctimas de la transición. Afortunadamente, parece que ha sido mínimo el grupo de personas incluidas en este extremo del arco de situaciones porque, la mayoría, ha podido acogerse voluntariamente a condiciones económicas -mucho más que dignas- para abandonar la empresa.

Los representantes sindicales de Eritel disponen en estos momentos de una oportunidad idónea para demostrar comprensión, ecuanimidad y pragmatismo y, al mismo tiempo, recuperar una imagen que quedó en entredicho con motivo del último reajuste importante de plantilla que hubo en la empresa.

En aquella ocasión, se realizó una buena negociación con la empresa, pero una parte de los trabajadores echó de menos cierta dosis de solidaridad que se hubiera materializado -según ellos- proponiendo que, en un porcentaje igual al aplicado al total de la plantilla para abandonar la empresa, fuese afectada la cifra global de representantes sindicales de la casa. Ahora pueden recobrar su prestigio defendiendo con ardor en la negociación, las metas posibles entre las probables.

La solución de emergencia de pan para hoy, hambre para mañana, no debe tener cabida en una empresa con el respaldo e infraestructura de Eritel. Es imprescindible -aparte de denotar inteligencia- que los sindicatos, antes de quemar argumentos, hagan un pequeño sondeo entre allegados de confianza que trabajen en empresas del sector similares a la suya, contrastando horarios, sueldos, ventajas y demás puntos de atención, para que estén plenamente convencidos y cargados de razones en los derechos que defiendan.

Es duro hacer claudicación de conquistas conseguidas a lo largo del tiempo, cuando la boyante situación de la economía lo permitía casi todo. Pero, si renunciar a ciertos privilegios supone la consagración de la empresa como altamente competitiva -con calidad incuestionable y precios, a la vez, en consonancia con los de las rivales más directas del sector- el sacrificio quizá esté justificado.

Por supuesto que, desde fuera, a veces se vislumbran exclusivamente las decisiones anecdóticas, y con ellas nos quedamos. Caso de las empresas en las que motivadas por situaciones anómalas, se han aceptado voluntariamente reajustes a la baja de salarios. En cambio, en Eritel, los sindicatos podrían argüir que la empresa ha dado beneficios en el último ejercicio económico. Hará falta que alguien les explique por qué ha sido así, y si es factible mantener o mejorar los resultados, si no llegan a un acuerdo empresa-sindicatos. Pero, quizás el dato que puede marcar la evolución de este ya de antemano largo período de conciliación de ambos frentes, se podría situar en que el próximo mes de mayo se van a celebrar elecciones sindicales. Y claro, los sindicatos deberán obligatoriamente mostrarse lo más reinvindicativos posibles, si es que su deseo, que lo es, es hacerse con el control de la fuerza trabajadora de Eritel. Y puestos a reivindicar causas justas, aquí está la primera: oposición frontal a reducir el horario de verano de cuatro a tres meses. Esta medida, que puede ser valorada según el cristal con el que se mire, es según esgrime la Dirección de Eritel la razón más importante que impide una pronta firma del convenio colectivo. Un convenio que Eritel tiene bastante urgencia por firmar.

En cuanto al problema de la subida salarial, Eritel ofrece un 1% de incremento, con el fin de garantizar el mantenimiento del nivel de empleo actual. Los trabajadores, lógicamente, consideran insuficiente una subida que, atendiendo a los datos de inflación prevista para el presente año, supone una pérdida de poder adquisitivo. En este punto, las posturas parecen irreconciliables.

Muchos más contras que pros, para un convenio urgente.

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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