Médicos, pacientes… ¿y el ordenador?
¿Ocupar un lugar preferente es obligar a “girar la cabeza” y forzar el cuello del médico al elegir entre los ojos del paciente y la pantalla del ordenador? No. Aceptamos como normal lo que es muy artificial e innecesario. Interesa la función, pero también el diseño. En el caso de la consulta médica se ha forzado al profesional y al paciente a un uso de la pantalla artificial y molesto para la necesaria intimidad. En la mesa del médico sólo debería haber flores naturales y la pantalla del ordenador podría estar incluida en la tabla de la mesa y admitir la escritura a mano sobre la misma y el uso directo mediante una pantalla sensible al tacto que permitiera, por ejemplo, pasar las páginas de la historia clínica como si fuera de papel.
Tampoco es “ocupar un lugar preferente” el convertir la historia clínica en un almacén estático de datos. Al aplicar la electrónica cambia el concepto y la historia debería devenir en un instrumento dinámico. Por ejemplo, el paciente puede elegir entre tener una historia en la consulta del médico o tener una que le deja al médico. Es decir, tener su historia clínica personal en un “almacén electrónico” a la que da acceso selectivo al médico con una clave para que disponga de ella durante el encuentro. En cualquier caso, la historia electrónica permite el manejo de la información local (por ejemplo, pacientes agrupados según clase social, edad y sexo atendidos con el mismo problema) con una perspectiva general (por ejemplo, resultados de ensayos clínicos en pacientes con características similares). Ese manejo se debería complementar con sistemas de ayuda a la decisión.
El médico decide rápidamente y necesita mejorar este proceso de toma de decisiones. De hecho, un médico es un profesional sanitario altamente cualificado, en permanente situación de formación continuada, capaz de tomar rápidamente decisiones generalmente acertadas en situaciones de gran incertidumbre. El ordenador ocupará un lugar preferente cuando haga más fácil la toma acertada y rápida de decisiones. Para ello tiene capacidad de considerar más variables y alternativas que el propio médico, aunque resulta insustituible el conocimiento inespecífico y general con el que el médico decide acertadamente muchas veces.
El paciente tiene un gran aliado en las TIC. Se trata de potenciar su capacidad de decisión. Por ejemplo, con transparencia respecto a los resultados en salud del médico que le atiende (“¿cuántos pacientes de este médico que tenían neumonía como yo han terminado ingresados en el hospital y cuántos han muerto?”). También conviene la transparencia en el uso de los recursos (“¿qué incentivos recibe mi médico y por qué?, ¿en qué aspectos de mi atención intervienen esos incentivos?”).
Ante el ordenador, médicos y pacientes podrían seguir cumpliendo con los ritos básicos de búsqueda de ayuda ante un problema de salud, pero con otro enfoque más dinámico y eficaz. Existen otros mundos. Hay que llevarlos a la consulta del médico.
Juan Gérvas es médico y coordinador de la jornada “Ciencia y tecnología de la información en medicina”, organizada por la FCS.