Las plataformas abiertas como nueva filosofía de negocio
Pese a que el software libre no es un movimiento nuevo, puesto que ya en el año 1998 algunos usuarios comenzaron a crear organizaciones para apoyar el desarrollo, el estudio y la distribución de este tipo de software en el que se ofrecía la posibilidad de acceso a su código, es ahora cuando está experimentando un gran crecimiento frente a los sistemas propietarios, no sólo en el campo de la empresa privada, sino también en las Administraciones Públicas europeas, que están poniendo en marcha proyectos que incorporan Linux como sistema operativo y también tecnologías de código abierto (open source) en sus servidores de Internet, correo electrónico, datos y aplicaciones, como una nueva alternativa a sus infraestructuras de negocio.
Este avance tecnológico ha creado nuevas oportunidades para las empresas, que ven en la reducción de pago de licencias por software, en su posibilidad de distribución en todos los ámbitos de la organización, en la seguridad y en la adaptación de los programas a sus necesidades no sólo un considerable ahorro de costes y un retorno de la inversión medible, sino un mayor margen de maniobra para no depender de un único proveedor.
La evolución de esta nueva alternativa ha ido puliendo las trabas que hasta ahora sustentaban, no sólo sus detractores, sino sus potenciales implantadores, tales como una garantía de mantenimiento y soporte responsable, que no estuviera basada exclusivamente en el buen hacer de la comunidad de desarrolladores. Una oportunidad que los proveedores de la industria informática han aprovechado eficazmente ampliando su visión de negocio y su propuesta comercial basada en ofrecer mantenimiento y servicios para Linux.
Pero sin duda alguna, uno de los valedores de este mercado emergente basado en plataformas y programas abiertos ha sido la Administración Pública, que ha actuado como catalizador para el resto del entorno empresarial tras las exitosas experiencias logradas en numerosas comunidades autónomas, como Extremadura, Andalucía, Castilla- La Mancha, entre otras, además de trascender las fronteras y servir de impulso tecnológico desde la propia Unión Europea.