Industria: ahora es el momento

Su renovación pasa por innovar en procesos

Durante una quincena de años, desde finales de los 80, la industria española ha recibido constantes incitaciones a incorporar las TI a sus procesos organizativos bajo distintas fórmulas, que van desde el MRPII y la gestión Just-in-Time de inventarios hasta desembocar en el concepto SCM Supply Chain Management). Hoy se reconoce que no todas esas propuestas estaban debidamente alineadas con los modelos corporativos, pero también que su adopción ha optimizado el uso de recursos y el ahorro de dinero.

La industria, tanto la de procesos como la de fabricación, a la que se pueden añadir las empresas de servicios públicos (esa amalgama llamada utilities como si no hubiera un vocablo autóctono) constituye por ello una esfera esperanzadora para los proveedores de TI. Sin embargo, siendo España un país con estructura industrial de cierta envergadura, con un papel destacado en el mundo, puede sorprender que la suma de ambos sectores contribuya con sólo un millardo de euros al conjunto del mercado, según las cifras publicadas por Sedisi. En sus previsiones para 2003, IDC eleva considerablemente el listón, hasta unos 3.000 millones en la industria y 1.300 millones en los servicios públicos.
El crecimiento estimado del mercado ha sido, en cualquier hipótesis, muy débil, en torno al 1% sobre 2002. Esta cautela en la inversión empresarial puede atribuirse a la delicada coyuntura que ponen de manifiesto los indicadores del INE sobre producción industrial. La economía española ha crecido en 2003 esencialmente gracias a la demanda privada y a la construcción, y se entiende que no fueran éstas las mejores condiciones para relanzar el proceso inversor. Pero los primeros compases de 2004 modifican la partitura: con una capacidad instalada en niveles límite, la industria española tendrá que invertir al alza si no quiere estancarse.
No obstante, otros factores económicos juegan en esta ecuación. En primer lugar, el hecho de que los grandes grupos industriales estén integrados en estrategias dictadas por la globalización. Y también que la UE, su principal mercado, ha estado al borde de la recesión. Por último, los riesgos asociados a la revalorización del euro, podrían pesar en la balanza.
Cualquiera que sea la propensión inmediata de las empresas a invertir en nueva capacidad de producción –que naturalmente varía según el sector al que pertenecen y el mercado al que se orientan–, a ninguna se le escapa que hay funciones cuya optimización resulta imperiosa.
Cuando se habla de cadena de suministro, el concepto SCM abarca funciones complejas e interrelaciones múltiples. Su finalidad última es dar respuesta a las necesidades del cliente, reduciendo costes y llegando a él a través de los canales más adecuados. Es mucho más que gestión de la producción. La calidad del producto y su llegada oportuna al mercado dependen de factores que integran la relación con los proveedores, la gestión de los inventarios y la logística. El cambio no es menor ni circunstancial.
Históricamente, la cadena de suministros ha puesto énfasis en los proveedores, en la trastienda de la producción. En la actualidad, la demanda adopta formas diversas y exige rapidez de reacción: no basta exigir puntualidad al proveedor ni tampoco reducir el volumen del inventario. En el otro extremo de la cadena está el cliente, que no es un ente pasivo y tiene otras alternativas: el diseño e implantación de la logística es la desembocadura natural del flujo que va desde la materia prima al producto final. De su gestión acertada depende la posición de la empresa en su mercado, y ésta es la misión de las TI. De ello se deduce que reanudar el ciclo de inversión industrial no se restringe a la renovación de maquinaria y bienes de equipos, sino que implica innovar en los procesos, algo posible gracias a la tecnología.
Las soluciones específicas para la industria existen en el mercado, y sus características incluyen aspectos como la integración de costes y presupuestos en la fabricación y la contratación de trabajos externos, abaratando los costes y haciendo uso eficiente de los recursos humanos. En unas circunstancias de dura competencia, y las actuales lo son, estas soluciones han de encajar con las demás variables de la organización.
Tal como está el mercado, muchas empresas industriales que trabajan “a la antigua” (acumulando pedidos, comprando materias primas, fabricando productos y distribuyéndolos a través de un almacén) se ven empujadas a mudar de estrategia, a poner más el acento en el diseño y desarrollo, en la gestión de marca y el marketing. La cadena de valor se ha hecho más compleja, y colocarse en el sitio adecuado es una condición para mantener la posición competitiva.
En prácticamente todos los sectores industriales, la innovación en los modelos de SCM ha alterado las reglas del juego, forzando a los competidores a jugar con las mismas cartas. Hoy prevalecen las empresas que se concentran en las competencias donde son más eficientes, ajustan sus productos a la demanda, implementan esquemas de colaboración con los proveedores y desarrollan nuevos servicios a la clientela.
La respuesta a muchos de esos problemas es la externalización de funciones. A veces, conviene ceder etapas enteras de la producción a terceros, como ocurre en la industria automovilística, pero se hace sin perder el control sobre el producto y su calidad, que finalmente es el atributo por el que la empresa será juzgada en el mercado. Los beneficios no están en el volumen sino en la eficiencia, la logística y el servicio al cliente. Todas estas cuestiones han de ser atendidas creando entornos de colaboración con los proveedores y también con los clientes. Este es el papel vital que las TI desempeñan en las empresas industriales: integrar la innovación en el proceso con todas las funciones propias, que representan la personalidad corporativa. Y, puestos a externalizar, el outsourcing de procesos es una alternativa al alcance.
Por su lado, en las empresas de utilities, los cambios en la regulación están bastante consolidados, si bien subsiste alguna incertidumbre en sectores como el eléctrico. Esto debería animarlas a reforzar su capacidad incorporando soluciones CRM y nuevos sistemas de facturación, sobre todo si se tiene en cuenta el entorno global en el que se mueven.
Vistas desde la óptica de la demanda de productos y servicios de TI, los problemas aquí enunciados no pueden resolverse de la noche a la mañana. Los especialistas en tecnologías para la industria esperan, incluso confían, que la demanda interna mantendrá su firmeza a la par del retorno del ciclo alcista en los mercados exteriores; ambos factores servirían como acicate para que en 2004 el sector incremente su inversión en TI a un ritmo superior al que reflejan las cifras del que acaba de cerrarse.

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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