HP y Compaq en España
Tiempo habrá, conforme se vayan conociendo datos sobre la evolución del desarrollo del acuerdo, de ir analizando y valorando las decisiones que se tomen. Sin embargo —aunque por volumen y transcendencia no se recuerda en las última décadas una operación análoga— es oportuno reflexionar sobre la incidencia inmediata, y a un año vista, que el acontecimiento puede tener sobre las dos filiales españolas. Porque el historial de éste tipo de operaciones es ilustrativo de que, en general, al menos en los dos primeros años los ejercicios económicos no se cierran con cifras de resultados equivalentes a la suma de las que ambas compañías obtenían por separado antes de fusionarse. Y, aunque no debe preocupar en exceso esa especie de tributo que inexorablemente parece que hay que pagar en los procesos de integración, sí resulta decepcionante en el día a día para quienes tienen el compromiso, y la obligación, de alcanzar las facturaciones prefijadas.
Las plantillas saben de los momentos tensos que toca soportar en acontecimientos de ésta índole hasta que se culminan los procesos de integración, porque la retahíla de incertidumbres gravitan permanentemente, y se enseñorean de los puntos claves de decisión.
Es importante que los miembros de las plantillas de las dos compañías coincidan en los mensajes que propalen por el mercado, para evitar argumentaciones discrepantes que nada favorecerían sus relaciones con sus clientes actuales y potenciales. Y, como va a ser demasiado largo, inevitablemente, el periodo de tiempo en el que tendrán que realizar sus operaciones por separado, no deberían propiciar que algunos usuarios estimasen rentable fomentar una especie de antagonismo entre ambas compañías —aduciendo además posibles discontinuidades en la fabricación de determinados productos— para conseguir muy buenos precios. La sensatez y la coherencia deberán presidir las actuaciones de los profesionales de HP y Compaq. Saldrán ganando.