El reto de la gestión integrada en las entidades financieras

En busca de una plataforma única

En el transcurso de los últimos años ha sido difícil distinguir las fronteras existentes entre la gestión de las redes y la de los sistemas conectados a ellas. De hecho, la gestión del negocio completo se va consolidando en un todo. Una entidad financiera, por ejemplo, necesita controlar de forma integrada todos sus canales de distribución: oficinas, autoservicio, banca telefónica, banca electrónica, agentes comerciales flotantes que utilizan teléfonos móviles y el acceso remoto a los recursos informáticos existentes.

Las redes actuales presentes en las entidades financieras están formadas por conjuntos heterogéneos de elementos informáticos y de comunicaciones provenientes de diferentes suministradores. Estos elementos abarcan desde los ordenadores personales y servidores, hasta los concentradores, enrutadores y adaptadores de red de área local, además de centralitas telefónicas y un amplio espectro de servicios de comunicaciones proporcionados por las operadoras locales. Por la naturaleza del negocio bancario al que prestan servicios -aunque no se trata de características privativas de este sector de actividad- las redes se encuentran dispersas geográficamente y se caracterizan por un alto grado de crecimiento y cambio. Los cambios se presentan en forma de nuevas tecnologías, diferentes requerimientos y mayores expectativas de servicio por parte de los clientes. Estas características hacen de estas redes y de los productos y servicios ofrecidos con ellas, un entorno altamente complejo y difícil de manipular.

Teniendo en cuenta la variedad de sus dimensiones, sus necesidades y características específicas, los clientes requieren soluciones de gestión que incorporen la capacidad de que una amplia gama de sistemas y aplicaciones trabajen conjuntamente con un alto grado de integración.

Gestión

Con unos límites cada vez más difíciles de establecer entre las fronteras del hardware de gestión y el de la propia red, entre las redes públicas y las privadas, la definición de gestión se está ampliando desde la gestión de los elementos de la red o de los sistemas informáticos hasta la gestión de la infraestructura de negocio. Con esta nueva definición, es necesario incorporar políticas, procedimientos, herramientas, sistemas, aplicaciones y servicios para ser utilizados en la monitorización, administración y control de las operaciones del negocio, incluyendo toda la variedad de redes de voz y datos existentes.

A medida que las empresas y organizaciones -y la Banca es un ejemplo claro de ello- van dependiendo más y más de sus redes de comunicaciones y de sus recursos informáticos en sus actividades diarias, cualquier fallo en su infraestructura puede traducirse inmediatamente en pérdidas para su negocio. Las soluciones de gestión que abarquen a toda la entidad financiera, que controlen todos los elementos del Sistema de Información y que indiquen a los clientes cómo manejar su entorno, ayudan a minimizar los daños que un fallo en la red o en los ordenadores puede ocasionar.

Los bancos, además de controlar sus operaciones necesitan también controlar sus costes con el fin de presentar una posición lo más competitiva posible. Así pues, una gestión eficiente requiere una inversión cuidadosamente planificada para que pueda ser proyectada a corto, medio y largo plazo, garantizando al mismo tiempo una adecuada protección de la misma. el énfasis debe estar puesto en la utilización de estándares para extender la capacidad de gestión a entornos globales multivendedor, incorporando aplicaciones de gestión y tecnología -las mejores en su género- desarrolladas por fabricantes y terceras partes, e integrándolas apoyándose en una arquitectura de integración de aplicaciones y guías de ingeniería que establezcan el marco que permita que las diferentes aplicaciones presenten una imagen homogénea y unos procedimientos de interacción comunes. Estándares de facto (IETF/SNMP) de la industria (ITU-T/ISO) y los consorcios internacionales (NM Forum, OMG, OSF, X/Open, DMTF, etc.) son la referencia obligada en este capítulo.

Integración

Uno de los principios clave de la integración es la compartición de datos con el fin de reducir redundancias e incrementar la funcionalidad. Esta integración puede definirse a diferentes niveles, que alcanzan desde una vinculación a nivel de menú, hasta una interoperatividad total. Los niveles de integración, de menor a mayor grado, incluyendo cada nivel las propiedades de sus precedentes, deben ser:

Menú: Las aplicaciones pueden ser lanzadas desde menús incluidos en el propio interface gráfico de usuario, permitiendo así la activación, desde un mismo punto, de aplicaciones provenientes de terceras partes e ISVs, compartiendo el hardware, sistema operativo y el motor del software del GUI.

Mapa: Las aplicaciones comparten el mismo mapa, los procedimientos utilizados para realizar las funciones de gestión desde el propio mapa y los métodos para agrupar entidades en criterios definidos por el administrador.

Eventos: Las aplicaciones comparten los métodos y mecanismos mediante los cuales los eventos son recibidos, visualizados y procesados.

Interoperabilidad: Las aplicaciones intercambian información a través de los APIs de la arquitectura.

Base de datos: Las aplicaciones comparten los mismos procedimientos para almacenar información e incluso en algunos casos, el esquema de la BB.DD. Se requiere así una única tecnología para el soporte en línea de la información y las aplicaciones pueden acceder a la misma con la simple definición de la relación existente entre los diferentes campos que la componen.

Modelo de datos: Constituye el más alto nivel de integración. Las aplicaciones contemplan los datos utilizando un mismo modelo (SNMP SMI, CMIP GDMO, CORBA IDL) y disponen de procedimientos estandarizados para el almacenamiento, acceso, actualización e intercambio de información persistente. De esta forma se mejora enormemente la eficiencia en el tratamiento de la información y se evita la innecesaria duplicación. El uso del mismo modelo para representar los datos permite que las aplicaciones establezcan relaciones de una forma más sencilla y estructurada y favorece su interoperatividad.

La gestión es una actividad distribuida y la arquitectura debe reconocer y afrontar la necesidad de localizar aplicaciones y servicios de gestión en diferentes sistemas de la red. Una importante consideración es la interoperatividad con los sistemas y soluciones de gestión ya instalados.

Estructura de la integración

Una arquitectura moderna y con proyección de futuro debe completar los siguientes elementos estructurales:

Soluciones de Gestión construidas apoyándose en las Aplicaciones de Gestión. Estas soluciones se personalizan, instalan, soportan y mantienen de acuerdo a los requerimientos específicos del cliente al que van dirigidas.

Las Aplicaciones de Gestión, se agrupan en tres categorías. La primera, Aplicaciones de Soporte, proporciona un conjunto de aplicaciones independientes de los recursos gestionados, orientadas a la gestión de fallos, inventario, licencias, generación de informes, ayudas, operación, administración y mantenimiento. La segunda, Gestión de Recursos, gestiona los recursos informáticos y de comunicaciones existentes. La tercera, Gestión de Servicios, atiende los servicios de red del tipo X.25, RDSI, etc.

La Infraestructura de Gestión o Plataforma, proporciona servicios y funciones requeridos por la mayor parte de las aplicaciones.

La Instrumentación de Gestión se ocupa de la forma en la que los elementos envían información a los recursos de gestión. OneVision es la estrategia de gestión a través de la cual AT&T ha adquirido el compromiso de entregar a sus clientes soluciones de gestión extremo a extremo capaces de soportar sus negocios. Estas solucion

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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