El legado Deming
W. Edwards Deming, que murió el pasado mes de diciembre, no era un experto en informática ni un titán de la industria de la información. Pero sus teorías acerca de la gestión de calidad total y mejora continua han provocado un profundo impacto en las industrias electrónica e informática; primero en Japón en los años 50 y 60, y luego en Estados Unidos en la década de los 80.
Fue Edwards Deming quien afirmó que a largo plazo resultaba notablemente más barato fabricar productos de alta calidad; cuantificó las pérdidas que suponen los costes de reparación y detectó que son, en la mayoría de los casos más elevados que el coste de hacer los productos
bien la primera vez.
Deming defendía que cualquier proceso, no importa lo complejo ni la dificultad que entrañe, puede ser analizado, medido y mejorado, advirtiendo contra la práctica de las empresas de recompensar o castigar a los trabajadores en base a resultados que, en la práctica, no pueden
controlar.
Un alto porcentaje de errores (más del 85%) son causados por factores externos a los propios trabajadores. Edwards Deming mantenía que los trabajadores en su inmensa mayría quieren desarrollar su labor de la mejor manera,, y con la mayor eficacia posible, pero que muchas veces se ven limitados por un nivel de gestión poco eficaz.
Una prueba de la fuerza de las ideas de Deming es que éstas han pasado del sector de la fabricación a la industria de servicios, pero, desafortunadamente, Deming y sus ideas no son tan bien conocidas como deberían. Por ejemplo, sólo una compañía norteamericana ha ganado un Premio Deming, un galardón anual instaurado por los japoneses en 1951, que reconoce la mejora de los procesos y la excelencia en la gestión.
Así, aunque muchos en el campo de los sistemas de información podrían ser particularmente receptivos a los beneficios que se derivan de la teorías de Edward Deming, muy pocos directores de informática saben algo de cómo Deming propone utilizar la medición y la estadística contra el caos y el error.