Balances y previsiones

El inicio del año, es el momento apropiado para hacer balance del que acaba de finalizar, y elaborar previsiones respecto al próximo ejercicio económico. En el primer caso, no debería existir el menor error al publicar cada compañía sus resultados pero, casi siempre –en más casos de los imaginables– existen condicionantes o conveniencias de algún tipo que motiva a determinadas empresas a no ser del todo sinceras al facilitar sus datos. Y, aunque sea en opiniones genéricas sobre cómo juzgan la evolución del sector en el año que acaba de finalizar, o cómo estiman los resultados de su propia compañía en el mismo período de tiempo, sus manifestaciones están condicionadas por el interés del mensaje que tratan de transmitir. Teniendo que añadir a esta circunstancia el subjetivismo con que cada cual valora sus resultados, y cuáles eran de partida sus estimaciones. Esta forma de entender o de interpretar resultados, se hace patente al formular el mismo tipo de preguntas al respecto a varios directores generales de compañías de nuestro sector, y comprobar cómo se manifiestan. Siendo más evidente en aquellos casos de los que se tiene buena y próxima información y, por lo tanto, resalta la desviada interpretación de los hechos que hace el máximo responsable.
Respecto a la previsiones para el 2004, resultando más complejo su vaticinio, se pueden hacer cálculos aproximados respecto a lo que serán los datos finales, siempre que no surja un inesperado acontecimiento en el mundo capaz de distorsionar la economía. Por eso, para un escenario que podría considerarse más o menos normal –alteraciones de algún nivel, desgraciadamente, suelen producirse– hay indicios suficientes para esperar que el año recién comenzado proporcione a las compañías de nuestro sector el incremento del número de ventas tan anheladamente añorado en los últimos años. La reactivación tiene que producirse porque, habiendo mercados donde la demanda tiene que tirar con más fuerza –por ejemplo pymes y doméstico– las grandes y medianas cuentas, en general, han hecho ya todas los reajustes y cambios estructurales precisos para recortar costes, y tienen necesariamente que entrar en vía de progresivos cambios y actualizaciones si no desean correr el riesgo de perder el pulso competitivo. Incluyendo la propia Administración General del Estado que, para seguir mejorando está obligada a aumentar sus cifras de inversión ¿A qué esperan en algunos departamentos –caso, por ejemplo, del Ministerio de Defensa con su Plan Director de Sistemas de Información– para hacerlo ostensible?

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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