Austeridad en la Administración

Las sucintas reseñas de dos acuerdos adoptados por el Consejo de Ministros celebrado el pasado día 6 del presente mes, han vuelto a sembrar la alarma entre los suministradores de nuestro sector. Las aprobaciones se refieren a un Acuerdo en el Ministerio de Economía y Hacienda con el que se pretende ahorrar en las compras públicas, y a un Plan de Austeridad de la Administración del Estado persiguiendo la reducción del gasto público, así como la consecución de una ejecución correcta del Presupuesto de 1997 y siguientes. Objetivos muy encomiables -que el Gobierno se habrá visto necesariamente obligado a fijar- pero preocupantes para los vendedores porque, una vez más, van a ver recortadas sus posibilidades de facturación. Además, se produce un curioso anacronismo ya que, cuando se esperaba la habilitación de partidas extraordinarias para comenzar a hacer frente a un problema anunciado, el efecto 2000, se aprueba un freno tajante, y disminución, de las inversiones. Increíble, pero cierto.

En el colectivo de usuarios de informática se percibe con claridad el creciente incremento de sensibilidad hacia lo que el efecto 2000 puede significar, y están reaccionando sensatamente. A ello ha contribuido el convencimiento por parte de los técnicos de la importancia de un asunto que, aunque en ocasiones fuera presentado por empresas interesadas con tintes dramáticos y ribetes de turbulencias económicas, resultaría sumamente peligroso tratar de enmascarar o desplazar temporalmente. La mentalización de los técnicos favorable a no dilatar más el capítulo de decisiones para la resolución del problema, está logrando penetrar en la capa de directivos, y se nota un mayor grado de comprensión que, paulatinamente, se está traduciendo en autorizaciones y recursos para dar viabilidad a las pertinentes soluciones. Por este motivo, causa cierta perplejidad la nueva imposición de austeridad anunciada por el Gobierno para el ámbito de la Administración. Porque, si el recorte es radicalmente establecido, en vez de estudiadamente repercutido, pueden peligrar las asignaciones para el efecto 2000 ¿Con qué consecuencias? Es de temer que -al igual que hace varias décadas hubo DSI que, viendo el problema lejano, pudieron justificar una aptitud favorecedora del ahorro, y sus superiores no encontraron argumentos para rebatirles y desaprobar la decisión- ciertos directivos y ejecutivos acomodaticios encuentren, hoy, más confortable y conveniente para sus aspiraciones a corto plazo no dar la cara, exigiendo al de arriba los recursos económicos imprescindibles, porque cuando estalle lo irremediable, ellos saben que ya no desempeñarán sus actuales responsabilidades.

Habrá que esperar a que en la Administración impere la cordura con respecto al efecto 2000 -a pesar de los anunciados recortes- y se ahuyente la posible hecatombe.

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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